jueves, 29 de noviembre de 2012

Ante las declaraciones de Rafael Casado, alcalde de Valverde del Majano, sobre el homenaje a Agapito Marazuela y la bandera republicana

Declaraciones de Rafael Casado:

   Parece que algunos políticos segovianos desconocen nuestra historia más reciente y no es porque no se haya divulgado suficientemente. Todos los segovianos estamos de acuerdo en reconocer a Agapito Marazuela como nuestro segoviano más ilustre por su importante labor de recuperación del folklore castellano. No son tantos los que conocen que el maestro era un gran concertista de guitarra clásica en los años treinta. Las divergencias afloran cuando tratamos de su compromiso político y social, pues Agapito vivió y tomó partido en los acontecimientos más importantes y dramáticos de nuestra Historia.
           La bandera republicana no pretende, ni tiene por qué, provocar conflictos entre demócratas, pues fue el símbolo de un sistema democrático que, como sucede ahora, amparaba los derechos y libertades de los ciudadanos y en el que formaba gobierno el partido que ganaba las elecciones, así, entre 1931 y 1936 gobernaron republicanos de izquierdas y republicanos de derechas. Aquel sistema democrático acabó mal, porque un sector, poco demócrata del ejército español, dio un golpe de estado contra la legalidad (como ocurriera en 1981 con el golpe de Tejero y Milans del Bosch). Frente al golpe de estado muchos demócratas se organizaron para resistir y mantener la legalidad de un gobierno elegido por los españoles en febrero de 1936. Entre estos demócratas había muchos segovianos de distintas ideologías y profesiones: el canónigo de Burgo de Osma, Jerónimo García Gallego, el catedrático de Instituto Mariano Quintanilla, el pintor Alejandro González “Alex”, el escultor Emiliano Barral o el folklorista Agapito Marazuela. Estos dos últimos, entre otros, organizaron en Madrid las Milicias Antifascistas Segovianas para luchar en el frente de batalla, junto con cientos de segovianos residentes en la capital a los que se añadieron otros tantos que huyeron de la dictadura que se estaba implantando en nuestra provincia, por la defensa de la democracia republicana. En la Exposición Internacional de París de 1937, la que alumbró el Guernica de Picasso, Agapito dirigió el grupo de danzantes de Abades que representaron a Castilla. Debido a la actuación durante la guerra civil unos sufrieron exilio (J. García), otros el fusilamiento (A. González) y otros la cárcel (M. Quintanilla y Agapito Marazuela). La dictadura de Franco consolidada por su victoria en la guerra fue tremendamente vengativa con el maestro Agapito, volvió a la cárcel a finales de los cuarenta, por militar en un partido político (PCE) que luchaba por traer la democracia robada en la guerra. De nuevo en la calle el maestro, sin abrigar el más mínimo rencor, hubo de malvivir pobremente dando algunas clases. Muy al final de su vida se habilitó un local como cátedra de folklore para impartir su docencia hasta su muerte en 1983. 

     Con su desaparición, ya en plena democracia, tampoco obtuvo el reconocimiento merecido de sus paisanos, a pesar de que, a propuesta del concejal Luis Peñalosa, se aprobó en el Ayuntamiento de Segovia la erección de un monumento en su honor. Pues bien, esta escultura no se inauguró hasta 2002, ¿cuál es la razón para este retraso? ¿por qué otro segoviano ilustre como el mesonero Cándido, tuvo su merecido monumento pocos meses después de fallecido? ¿Podría haber alguna motivación política para esta diferenciación? Si Agapito Marazuela sufrió cárcel por defender la democracia republicana, es perfectamente legítimo, y nadie tiene que ofenderse si en su honor se lleve una enseña tricolor, pues era la bandera de la Constitución democrática de 1931.

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